Aunque pueda resultar llamativo para muchos, en esta segunda década del milenio aún hay gente que tiene el arrojo de escribir libros de ética, una tarea tan devaluada y olvidada como fundamental para encarar los retos que el siglo XXI nos ofrece. Y es que por mucho que la expansión de la tecnología alimente sin cesar las ilusiones de control total de los seres humanos, a la hora de la verdad la solución a casi todos nuestros problemas sigue pasando por encontrar respuestas satisfactorias a las preguntas sobre cómo debemos relacionarnos y qué hay (o no) que hacer. De entre todas estas cuestiones Mar Cabezas, en este Ética y emoción, se ha centrado en intentar dar respuesta a la pregunta por la posibilidad de justificación de los juicios morales y en reflexionar sobre el papel que las emociones juegan en dicho proceso.