La imagen de los blindados republicanos al frente de “La Nueve” liberando París en agosto del 44 sigue teniendo, más de setenta años después, algo de conmovedor y hasta de romántico, y no por una mera cuestión sentimental. Esa imagen sigue teniendo hoy día una singular fuerza interpeladora por su contenido icónico y narrativo, y también por la extraña e inquietante actualidad que puede llegar a suscitarnos. Son imágenes de la victoria, de un momento de triunfo y de liberación de una ciudad emblemática, cuando la II Guerra Mundial ha cambiado de signo y el nazi-fascismo empieza a estar contra las cuerdas. Pero tiene también algo de paradójico que parece velarse tras el jolgorio del desfile y la euforia colectiva, como si mostrara un rompecabezas con algunas piezas mal encajadas; al menos si lo contemplamos en perspectiva, conociendo la historia posterior y sobre todo sus olvidos.