Resumen
Cuando Antonio Rodríguez Huéscar, mi padre, escribió estas cartas yo no había nacido. No fui, por tanto, testigo del malestar, que es casi desesperación, que se advierte en ellas. Pero reconozco ese estado de ánimo porque ni mucho menos cesó cuando nos trasladamos, toda la familia, de Tomelloso a Madrid en 1945.