En el presente trabajo, el autor investiga las consecuencias que supone una concepción del lenguaje nacida en el seno de la Filosofía británica del Lenguaje a mediados del siglo XX (de la mano del filósofo oxoniense John L. Austin) y que creó escuela durante años en el panorama internacional. Lejos de ser un debate agotado, la condición antropológica que estos estudios observaban en el lenguaje (afines en cierto sentido a los estudios que paralelamente inició Wittgenstein) modificaron la concepción inicial del habla como un mecanismo de transmisión del pensamiento (en un sentido cartesiano, entendido como individual y privado), primando una nueva concepción del mismo que aboga más por una concepción social del lenguaje. La primera consecuencia de este cambio de paradigma es clara: el significado del lenguaje es su uso y siempre depende del contexto de emisión en el que está situado el hablante.